10 Consejos Para Enfrentar Un Tenedor Libre

En la vida uno toma decisiones a cada minuto: buenas, malas y de las otras. De algunas nos sentimos orgullosos y de otras nos arrepentiremos hasta en nuestro lecho de muerte. Lo entenderán si, por ejemplo, han tenido el privilegio de asistir a unTenedor libre: en la mañana siguiente a la bacanal (con el estómago ya descansado y la mandíbula re-encajada), uno repasa mentalmente todo lo zampado; lo aprovechado, lo desperdiciado y lo innecesario.
Aquí algunos consejos para enfrentar su próxima excursión a un Tenedor Libre.

1. Pan, enemigo público

Los restoranes suelen bombardearte bandejas de pan con tal que tus tripas resistan unos minutos más, pues en la cocina estén retrasados con los pedidos. Es entendible y uno cae sedado por el encanto del pebre cuchareado y las bolitas de mantequilla derritiéndose en la masa, pero en el Tenedor libreolvídese de sopear, rebasar de arederzos una marraqueta o de comer pan por placer. Es innecesario.

2. Tragar como pato

“Según estudios científicos”, es recomendado masticar hasta 40 veces un mismo bocado antes de enviarlo al esófago, ya que supuestamente “disminuye el hambre y el deseo que nos hacedevorar más de lo que necesitamos“. Por lo tanto, lo menos que deben hacer en un Tenedor libre es masticar. Así que mastiquen como cerdos. No, mejor traguen como patos.

3. Evitar remordimientos

Pésima idea sentir lástima por los que no tienen qué comer cuando ya estái dentro de un Tenedor Libre. Es como llorar por las vaquitas cuando te aprontái a disfrutar de un asado: al saber que irás a un buffet ilimitado, ya debís tener claro que lo que estái a punto de realizar es un sinsentido propio de Occidente: comer en abundancia por placer, picotear para llenarse, desperdiciar porque se puede.
Si tu meta es dejar el ombligo hacia afuera, entonces despójate de todo remordimiento misericordioso y asume la realidad. Como en Wall Street o en la política.

4. Efecto cheerleader

Se le llama efecto cheerleader a cuando divisái un grupo de mujeres/hombres, que en conjunto, aparentan estar ricardas(os), pero si te fijái en cada una(o) de ellas(0s), te dai cuenta que es una burda ilusión. Asimismo, el efecto cheerleader tiene un equivalente en lo gastronómico, sobre todo en un Tenedor libre: al llegar y encontrarte con tantos manjares a tu disposición, chillái de emoción, pero al revisar detenidamente los platos, te dái cuenta que puede ser parecido al menú del casino de la universidad o del trabajo.

5. Dime qué te serviste y te diré en qué plato vái

Por experiencia propia y sapeando al resto, hay cierto secuencia de platos. De hecho, preparé este gráfico que explica didácticamente esta precaria y antojadiza teoría:
Primer plato: “Me sirvo lo que más me llama la atención del buffet”
Segundo plato: “Me sirvo lo que más me llama atención y que no alcancé a amontonar en el plato anterior”
Tercer plato: “Me sirvo lo que siempre me ha gustado comer y quizás algo raro para experimentar”
Cuarto plato: “Estoy comiendo porque estoy justificando lo que pagué, hermano”
Quinto plato: “Después de la pausa, me volvió el hambre. Haré las combinaciones más weonas posibles y dejaré la mitad”

6. A falta de bebida, bueno es el agua

A nadie se le niega un vaso de agua”, dictan las buenas costumbres. Y en un restorán de tenedor abierto no hay excepción. Como no te pueden cobrar más por comer, entonces el palo viene con los refrescos. Y si no te querís desangrar por pagar otra copa, entonces el agua del baño será tu mejor aliado: gratis, potable y generosa en flúor.
No es muy elegante andar sorbeteando agua de la llave como si vinierai de jugar una pichanga, pero la necesidad tiene cara de hereje.

7. Dos dedos de frente (en la boca)

“Hagamos como los romanos”, dirá el chistosito de turno cuando estén todos satisfechos y no sabrán cómo seguir comiendo. ¿Por qué recordar a los romanos? Ya sabemos hasta el cansancio que los romanos (ricos) vomitaban en los vomitorios (para romanos ricos) para seguir con la jarana (para ricos). No obstante, el vomitorium es en realidad la abertura de los teatros antiguos para la entrada y salida del público. ¿Existían salas para vomitar en una bacanal romana? No, pero existían unos tanques especiales que ni siquiera ocupaban, ya que preferían vomitar debajo de la mesa (para eso hay esclavos que limpien), así que cuidado con sugerir ideas tan weonas en una comilona.

8. ¿Cantidad o calidad?

Una disyuntiva clásica y eternamente discutida por los especialistas de este rubro (si es que existen): ¿picotear probando nuevos sabores o zamparse raciones abundantes de lo ya conocido? La respuesta es tibia: depende.
Queda a criterio de cada comensal si quiere cumplir el sueño de comer papas fritas a destajo y sin escrúpulos o bien, permitirle a tus papilas gustativas el placer de experimentar sabores más allá de las masas y fritangas habituales.
Eso sí, lo verdaderamente importante es evitar errores tales como comer…

9. Pollo asado con papas y otros pecados

Ir a un Tenedor libre y comer exactamente lo mismo que en casa no tiene mucho sentido. Más que tradición es tozudez. Como la de quien viaja fuera de su ciudad y sigue pidiendo pollo con papas fritas o peor aún, se va de vacaciones a otro país y se esmera en encontrar un Starbucks o un McDonalds esté donde esté.

10. Coca Cola Light

Podrá ser cargo de conciencia o bien, una nula capacidad de reconocer que se está pecando de gula. Te atragantaste con todo lo que pilaste en el buffet y pediste una Coca Cola light o un café con stevia para mejorar la digestión.
No pos, si vamos a desbordarnos, vamos a hacerlo bien.

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